lunes, 14 de abril de 2014

OBSESIÓN POR LAS DAMAS.



De nuevo ando metido en un fortísima corriente. Hiperconectado a una historia. Que es como decir a no sé qué. Otra vez me he metido en una historia que me absorbe, de un modo que decidí un tiempo atrás, que no me traía cuenta meterme. Esta vez me está arrastrando más y más adentro. Con Entretelas" y "La sombra del Águila" ya me ocurrió, en progresión ascendente. Superados ambos, las secuelas fueron físicas y localizadas en el sistema nervioso central. Pero esta vez creo que es mi cabeza la que zozobra. No se si es que sencillamente tengo una personalidad obsesiva y nunca supe darme cuenta, pero de no ser así, este tipo de trabajos me están formando ampliamente en ella. Haga lo que haga durante el tiempo que no escribo ni dibujo, tengo a las tres chicas protagonistas corriendo por mi mente, susurrándome cosas que no debo olvidar, ilustrándome imágenes que deben protagonizar. El esquema se mueve sinuoso como una serpiente, haciendo hueco a cosas nuevas y dejando otras atrás. Pero siempre serpenteando entre los pliegues de mi cerebro. Siempre en movimiento. No se si son las circunstancias que me rodean lo que ayuda a que me abstraiga de tal modo, o el trabajo en sí. Yo no quería hacer esta obra, la verdad. Yo quería ser coherente, y cuidarme yo como había decidido. Como estaba haciendo. Dejar un tiempo estas historias y hacer trabajos de dibujante, viajar, en suma no implicarme. Sobre todo cuando las circunstancias invitan a que te obsesiones en sacarlo adelante... Poco tiempo, una obra personalísima, (en este caso de Javi y mía), una cantidad de material acojonante y a veces incompatible, poca previsión de pasta, muchas páginas, prisa, y un esquema que te manda. El asunto es que al final algo me volvió a hacer caer en lo que no quería... Tan patético como ese cliché del ladrón que recien retirado, recibe la invitación de realizar el golpe de su vida. Con un final igualmente predecible en ambos casos... Y pese a ese posible y poco lucido final, mi negativa, y todo lo demás, estoy de nuevo en toda la salsa. Pero si escribo esto, no es por quejarme, aunque lo parezca. Es por organizarme. Precisamente porque esta vez soy consciente de su insalubridad. Del tremendo vicio que me da, de la adicción, del placer y el enganche total que me genera este trabajo. Del mono a seguir trabajando, que no se lleva ni el agotamiento. Busco trucos absurdos, como darles la vuelta a las páginas y a los esquemas cuando termino cada día. Ponerlos boca abajo, como si los pusiese a dormir. Una pequeña tontería. Pero las hormonas de mi cuerpo han encontrado una salida a la presión, que a la larga podría ser peor si se descontrola, y que ahora me resulta absurdamente útil. Reacciona a esta continua conexión mental y emocional con la historia, saliendo en dirección opuesta, buscando una manera de desconectar igual de compulsiva, y diametralmente opuesta en frivolidad. Salir. Y así, cuando salgo de un concierto, de un bar musical, o una discoteca, soy consciente de que he conseguido olvidar el tema, precisamente porque vuelve a asaltarme camino de casa. Y vuelvo a parecer un cliché, como ese escritor atormentado con su novela, (en ese caso, bloqueado) que no para de beber y hacer el memo para evadirse o compadecerse. Espero que abordar el tema así me ayude a relativizarlo y me obligue a salir de este estado de abuso de mí mismo, en que no soy del todo yo. De intentar dormir con la historia dándote vueltas. De esa súbita e imperiosa necesidad de salir para conseguir desconectar, buscando compinches y apurando la noche. Al final, ambas tendencias agotan y descontrolan, y no pueden durar. Pero el hecho es que las cabezadas son cortas y las noches inquietas por unas cosas u otras. De ahí que esté dándole a la tecla a las 3 de la mañana de hoy. He pensado que si lo escribo, si lo comparto, me servirá de algo. Ya veremos. Si funciona, si consigo equilibrarlo por fín, quizas debería contar cosas más técnicas, menos inquietantes y de más interés para cualquiera que entre en este blog que a fin de cuentas, es de dibujante, y no de escritor atormentado. En cualquier caso, me comprometí conmigo mismo en terminar la obra en dos meses. Menos mal.


2 comentarios: