martes, 25 de diciembre de 2012

¡¿ESTOY VOLANDO?!

Ya hace años que no notaba esa sensación.
La última vez tenia doce años, y pedaleaba a toda leche por una calle sin asfaltar. Pedaleaba de pie, y la bici iba dando tumbos, lo que para la gravilla era toda una invitación a lo que sucedió después... En uno de los chepazos que iba dando, la bicicleta (una Orbea probablemente) hizo una ese mas grande de lo normal, y allí me fui, por encima del manillar, con los ojos como platos y trazando una parábola limpia, sin aspaviento alguno, con mi cuerpo en forma de torpedo... La primera e incrédula sensación que te invade en esos momentos es: " ¡Mi madre estoy volando por lo aires!", a lo que tu cerebro, ante la nueva experiencia, morboso perdido, se detiene un instante a saborear el momento... Justo el tiempo necesario para que la conclusión, que es obviamente: "Voy a comer asfalto por un tubo, y voy en posición de firmes horizontal", llega demasiado tarde.
Diagnostico: Cinco puntos de sutura en la barbilla, de los de antes, de los gordos. Con aguja de hacer calceta. Aderezados por unas curas para sacar la gravilla de entre el hueso y la piel, algo así como que te pasen una lija del siete por la mandíbula.
¡Pero amigos míos, de todo se aprende! Hete aquí que veinte años después, me descubrí en medio del mismo proceso mental. Esta vez ocurrió ayer. Veníamos de escalar unos quintillos con unos amigos, cuando en la parte fácil, que es volver al coche por la senda de la montaña, pegué un patinazo de los que te catapultan hacia adelante. Al reconocer en el vuelo y en el ir de cara esa sensación de "¡Estoy volando!", saltó la alerta... Así que anulé rápidamente el gozor que te asalta cuando despegas y desafías a la gravedad, y  puse la mano libre, delante de mi escarmentada cara. ¡Y justo a tiempo, porque esta vez me dejaba los dientes! Sucedió de todo esto que apoyé, hice una suerte flip-flap apoyado en las rocas, giré como una peonza (No por hacer muchos giros, sino por hacerlos al reves...) y caí de lado, dándome en el lomo.
Diagnóstico: La mano izquierda llena de arañazos y pelones mas el golpe en el lomo...¡Barato, oiga, me ha salido! Solo mi dignidad salió dañada, pues la chica que iba delante mío, Laura, me vio hacer el vaina de aquella manera.
Y me pregunto si además de la experiencia de la bicicleta, el éxito de la maniobra tendrá algo que ver con haber satisfecho, gracias al Parapente, esa curiosidad fascinante que supone volar, en lugar de darle pábulo en las situaciones en que ésta te asalta inoportuna... Por saber que sin pre-inflar la vela, comprobar cordinos, hacer el inflado y despegar, si te asalta en cualquier otro momento la sensación de estar volando, es un error que tienes pocos segundos para solventar.

1 comentario:

  1. Vuelo rasante con aterrizaje forzoso. La culpa de todo la tiene la ley de la gravedad: deberían declararla anticonstitucional.

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